No se trata sólo de los pasos
Sí, aprenderás a girar, a seguir, a dirigir. Pero eso es sólo la superficie. La verdadera magia de la salsa, la razón por la que la gente vuelve semana tras semana, es la alegría.
Y la alegría no se enseña.
Se siente.
En Salsa te Gusta, lo vemos todos los días: el momento en que un principiante deja de lado la timidez y empieza a reír. El momento en que alguien encuentra el ritmo y su cuerpo le sigue. El momento en que una sonrisa nerviosa se convierte en una sonrisa real, sin filtros, compartida, contagiosa.
La salsa aporta alegría porque te invita a estar presente.
No puedes pensar en el trabajo, los correos electrónicos o el estrés cuando estás bailando en círculo, cambiando de pareja, aplaudiendo al son de la clave.
Estás aquí.
En la música.
En tu cuerpo.
Con otras personas que son igual de inseguras, curiosas, abiertas y vivas.
Un alumno dijo:
«Ni siquiera me di cuenta de que estaba sonriendo hasta que terminó la clase. Creo que sonreí durante toda la hora».
Esa es la alegría de la que hablamos.
No es sólo diversión, aunque lo sea. Es conexión. Es permiso para dejarse llevar. Es el movimiento como camino de vuelta a ti mismo. Y es algo a lo que cualquiera puede acceder, independientemente de su nivel.
Especialmente a los principiantes.
Porque no hay presión para hacerlo perfecto, sólo para disfrutar del proceso.